miércoles, 13 de mayo de 2015

CAPITULO 92



Se subió a su auto aturdido, y estuvo algunos minutos para recordar a dónde es que estaba yendo. El sonido de una nueva llamada lo hizo reaccionar.


—Soledad ¿Qué pasa? – preguntó preocupado.


—Te necesito, amor. – dijo llorando.


—Estoy yendo. – suspiró.


—Ok, te espero. – cortó para poder manejar, pero tuvo que frenar porque le volvía a sonar.


Su madre.


—Hola, mamá. Ahora no puedo hablar, te llamo en otro momento.


—¿Estás manejando? No te hagas problema hijo, puedo esperar. – sonaba entusiasmada. —Te llamaba solamente para confirmar que cenábamos esta noche.


—¿Eh? – ¿Tan bobo había quedado con las palabras de Paula que no recordaba haber quedado con sus padres?


—Soledad nos llamó hace un rato para que comamos. – su padre decía algo en el fondo. —Siempre se acuerda de nosotros… si no fuera porque nos invita a comer no te veríamos nunca. – le recriminó.


¿Soledad los había llamado recién? ¿No estaba en pleno ataque de pánico? ¿En plena crisis nerviosa? Había estado lo suficientemente bien como para organizar una comida. El corazón le galopaba violento y la sangre le empezaba a hervir.


Volviendo a lo que su madre le decía, pestañó y curioso preguntó.


—¿Ella los llama siempre? – pensó en todas las veces que
supuestamente caían de sorpresa y él tenía que decirle a Paula que no podía verla.


—Siempre. Me encanta que de a poco se estén volviendo a
acercar… ella es una chica tan buena… – dijo encantada.


Horrorizado por lo que escuchaba, cortó la comunicación y arrancó de camino a su casa. Las palabras de Paula todavía resonaban en su mente.


Acababa de salir de una pelea, y tenía el presentimiento de que estaba a punto de meterse en otra.






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