miércoles, 15 de abril de 2015
CAPITULO 4
Abrió los ojos y se encontró en una cama grande y desordenada enredada en sábanas y a alguien.
Le tomó un poco más de un segundo identificar a ese alguien. Abrió los ojos como platos.
El chico de la noche anterior. Claro. Ella se había ido a su casa.
Para cualquiera esto hubiera sido una situación normal, pero para ella era de lo más extraño.
Se tapó la cara molesta. Nunca había hecho algo así, se desconocía.
No sabía ni su nombre. ¿En qué habría estado pensando?
Repasó la escena con la mirada y se encontró con su espalda bronceada y su trasero desnudo en todo su esplendor.
Mmm… si. En eso estaba pensando.
Se golpeó la frente con la palma de la mano. Había engañado a su… novio. Bueno, a su…
A Juany.
Tenía que salir de ahí.
Sigilosamente, se quitó de encima uno de sus brazos, y se fue resbalando por la superficie del colchón casi como si fuera líquida para llegar al borde de la cama y calcular mal, cayendo con un golpe seco.
Cerró los ojos y rogó que no se despertara.
Nada.
Todo seguía en silencio.
Se asomó para verlo y él seguía dormido.
Soltó el aire de golpe y en absoluto silencio se las ingenió para buscar toda su ropa y sin ponerse los zapatos ir hasta la puerta de salida.
Estaba abierta, gracias a Dios. La cerró tras ella y soltó una
maldición. No podía creer nada de lo que había pasado.
En su celular tenía miles de mensajes incoherentes, sin dudas de sus amigas estando ebrias. Todavía no eran las diez de la mañana, y seguramente estaban durmiendo.
En la calle el sol brillaba y le lastimaba los ojos haciéndola apretar los dientes. Su cabeza latía y le pesaba como un yunque. Suspiró y con toda la dignidad que le quedaba, caminó hasta su departamento.
¿Cómo había llegado a eso?
No importaba.
No pensaba volver a verlo.
Había sido un error, producto de todo lo que había bebido.
Una cosa más de que arrepentirse que se sumaba al hecho de haber mezclado tragos y ahora tener una resaca de otro planeta.
Nunca más.
Nunca, nunca más. – se repitió mientras apretaba los ojos y se dejaba caer en su sofá.
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Ayyyyyyyyy, qué emoción leer esta historia adaptada a Paula y a Pedro jaja. Gracias Carme!!!!!!!!!
ResponderEliminarOrra emocionada Carme... gracias
ResponderEliminarQue buen comienzo. Jjaajajajj ... me encanto !!!!
Orra emocionada Carme... gracias
ResponderEliminarQue buen comienzo. Jjaajajajj ... me encanto !!!!