martes, 12 de mayo de 2015
CAPITULO 89
Los días siguieron pasando, y en la empresa todo marchaba como lo habían esperado. La campaña todavía seguía en proceso, y saldría en cualquier momento.
Habían contratado un reemplazo para Marcos, y estaba muy
conforme. Una chica joven, de unos 24 años, y super eficiente.
Si bien era su primer trabajo, estaba muy calificada para la tarea. Se anticipaba absolutamente a todas sus necesidades… Julia era su nombre.
Delgada y de aspecto profesional, inspiraba seriedad y confianza. Y aunque obedecía las órdenes al pie de la letra, también se le notaba un toque de autoridad. Había sido preseleccionada por Recursos Humanos, pero ella misma la había aceptado para el puesto. Le recordaba a una Paula más joven… que recién daba sus primeros pasos y una empresa como esa, le daba una oportunidad de crecer.
Ese día, había entrado a las apuradas a su oficina, cosa que era raro, ella siempre conservaba las formas. La miró y con cara de asustada, le dijo.
—Te buscan. – ella la miró extrañada. —No tiene cita, pero dice que si no la atendés me va a romper la oficina. Llamaría a seguridad, pero no quería que me escuche, no me parece que esté bien esa chica…
—¿Cómo la dejaron pasar en la entrada sin autor… – no se lo impidieron porque ya la conocían. Asintió. —¿Se llama Soledad? –
—Si. – dijo su secretaria muy seria.
—Hacela pasar. – pidió curiosa.
Julia le hizo caso inmediatamente.
Al rato, la ex de Pedro, estaba entrando por la puerta mirándola con los ojos entornados.
—Si, Soledad. ¿En qué te puedo ayudar? – preguntó sin que se le moviera un músculo de la cara.
—Vine para hablar con vos. – se puso las manos en la cintura. — Quiero que dejes a Pedro.
Levantó una ceja lentamente.
—¿Perdón? – tenía ganas de reír, pero se contuvo.
—Eso, lo que escuchaste. – se acomodó el cabello detrás de la oreja, nerviosa. —Nosotros estábamos bien hasta que vos apareciste. – la miró enojada. —Vos no sos buena para él. Ví lo que le haces.
—Me parece que te estas metiendo en algo que no te importa. – dijo muy calmada.
—Le pegás. – la acusó señalándola. —Sos una enferma.
Apretó los puños, pero no cambió su postura ni un centímetro.
—¿Y vos sos mejor para él? – preguntó con algo de maldad. — ¿Vos sos buena para Pedro? ¿Vos estás sana?
No tendría que haberle seguido el juego, lo sabía.
—Yo nunca le pegaría… nunca le haría daño. – su voz se quebró, y aun más indignada que antes, agregó. —Le voy a contar a todo el mundo las cosas que haces. En las redes sociales, a todos acá en la empresa…a los padres de Pedro. Todos se van a enterar.
—Pensa bien lo que estás diciendo, Soledad. – dijo mirándola muy seria. —No hagas locuras, no es la manera. Pedro ya no quiere estar con vos…
—Sos un gato…un gato viejo y manipulador. – la miraba con
desprecio. —Rubia teñida. – la atacó. —Pedro se va a cansar de vos.
—Te pido por favor que te calmes y no me faltes el respeto. – le advirtió levantando una mano.
—¿O qué? ¿Me vas a pegar? – la desafió riéndose. —Sos patética.Antes de que aparecieras, con Pedro estábamos por irnos a vivir juntos… Estábamos hablando con su mamá preparado todo para comprar un lugar más grande, para casarnos… Ibamos a tener un hijo.
Ella se congeló con la boca abierta sin saber que decir, y la otra aprovechó para seguir diciendo.
—¿No te dijo nada? – sonrió con maldad. —Queríamos tener un bebé… lo estábamos buscando. De hecho un día antes de irme de viaje a Perú, me había hecho una prueba de embarazo.
—Por favor te voy a pedir que te retires. No tenemos nada que hablar. – le dijo en tono severo. —Andate antes de que llame a seguridad.
—A mí no me asustas, Paula. – soltó el aire por la nariz mirándola de manera desagradable. —Me voy sola, porque ya te dije lo que te tenía que decir. Deja a Pedro… él tiene que estar conmigo. Tendrías que ver como me cuida…
—Salí. – levantó apenas la voz.
—Se queda conmigo, me abraza… – decía mientras caminaba hacia la puerta. —A veces hasta duerme conmigo cuando tengo pesadillas.
—¡Salí! – le gritó ahora si, perdiendo el control.
La chica se fue riéndose a carcajadas y ella se quedó hecha un nudo de nervios.
Todo le había sentado como una patada. Tenía la necesidad de hablar con Pedro y que le aclarara si todo eso que le había dicho la loca de su ex era verdad o no.
Habían hecho un pacto… no podía decir nada.
Resopló.
No tenía que hacerle caso, era una desequilibrada… lloraba en un momento, y tres segundos después se desternillaba de la risa. No estaba bien. No podía dejar que se metiera en su cabeza. No iba a ganar.
Quería separarla de él, y no lo iba a lograr.
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