Había acertado. No llevaba corpiño y ya daba lo mismo el juego. Mejor se ahorraba lo que venía y buscaba el teléfono para llamar al delivery, porque ahora que miraba su piel clara y tersa, ya se daba por perdido.
Se humedeció los labios y la siguió mirando con hambre.
Ella sonrió y se dio vuelta.
La pequeña ropa interior que llevaba puesta, marcaba sus curvas y entre ese pequeño encaje casi transparente se adivinaba lo que no dejaba ver también.
Pasó dos dedos por el elástico de la tanga muy despacio… torturándolo. La empujó hacia abajo unos centímetros, pero no.
Después la volvió a su lugar.
Cuando se dio vuelta para enfrentarlo, se llevó los brazos a los pechos y se los cubrió. El frunció el ceño.
No la iba a tocar, era lo que ella buscaba… pero tenía ganas de atarle las manos en la espalda.
La música seguía sonando mientras ella movía sus caderas hacia los lados, sin perder la conexión con sus ojos.
Haciéndose el desentendido, se aclaró la garganta y levantó la muñeca para fijarse la hora. No quería que se le quemara la comida y no era una cuestión de ganar o perder… Sabía que ella se pondría enferma si comía pizza.
El gesto de “aburrimiento” la enfureció. Y por más que quiso disimularlo, de sus ojos volaban chispas.
Apretó los labios y siguiendo el ritmo de la canción sacó uno de sus brazos, abarcando con uno solo sus dos pechos.
El tuvo que cerrar la mandíbula y apretarla con fuerza antes de que se le quedara la boca abierta para siempre.
La manera en que se tenía tomada, hacía que no pudiera mirar en otra dirección. Parecía que en cualquier momento el agarre no iba a ser suficiente y dejaría ver mucho más…
Hacía solo un segundo que había consultado el reloj, y no podía recordar que hora decía. ¿Llegó realmente a fijarse?
Ya no sabía.
Ahora sonaba Ghost de Beyoncé. Reconocía la lista de reproducción, porque era la que siempre usaban para jugar.
Era escuchar la voz de esa mujer, teniendo en frente a
Paula, que ya lo predisponía para lo que estaba por venir.
Instintivamente todos sus músculos estaban tensos su respiración se alteraba. Le iba a ganar. Ya le estaba ganando y no le costaba.
Las curvas de Paula siempre le habían parecido perfectas, pero ahora, directamente lo dejaban sin sentido. Sus manos se movían solas, querían ir a su encuentro.
Ya tenía algo de entrenamiento, así que concentrándose, hizo de cuenta que estaba atado y no se le permitía moverse, como en tantas otras oportunidades.
Con la mano que tenía libre, movió su cabello, que había vuelto a ser rubio para la boda, para un costado, dejando a la vista la piel de su cuello. Se le secaba la boca.
Se moría de ganas de apoyar los labios ahí, justo ahí. Sabía exactamente como se sentía su tacto y su perfume era tan… de ella. Siempre que le besaba ese punto, ahí, debajo de la oreja, ella gemía y su espalda se arqueaba.
Sabía lo que estaba haciendo.
Sonrió perversa, y de un solo movimiento, dejó caer su ropa interior.
—Me parece que vamos a comer pizza. – dijo sonriendo.
El negó con la cabeza.
—Todavía no se quemó la comida. – contestó con la voz ronca. —No voy a perder, hermosa. – y para hacer más creíble su actuación se cruzó de brazos y la miró desafiante.
Estaba impresionada.
Levantó una ceja y sonrió.
Sin decir nada más, sacó el otro brazo y se quedó frente a él. Totalmente desnuda. Desnuda y preciosa. Este tranquilamente podía ser el castigo, porque estaba torturándolo.
****
Sonrió al recordar sus primeros encuentros. Lo tenía en sus manos por unos segundos y ya bastaba solo con eso para desarmarlo por completo. Era muy receptivo. Y no es que hubiera dejado de serlo, pero ahora estaba mucho más contenido.
Podía ver lo decidido que estaba a ganar. Y si no podía, por lo menos daría pelea. Le encantaba que ya no fuera tan fácil.
Le planteaba un desafío. Nunca se cansaría de jugar con él.
Aunque pronto tendrían que lidiar con pañales y un recién nacido. ¿Tendrían si quiera tiempo para jugar? Frunció el ceño por un momento, pero se dio vuelta para que no la viera.
Tomó aire y cuando volvió a mirarlo, sonreía disimulada.
El, aunque se lo veía un poco afectado, todavía no se movía.
Se le acercó un poco más y lo miró de arriba abajo.
—Hace mucho calor cerca del horno. – dijo pensativa.
Apoyó sus manos en el cuello de su camisa y lo atrajo todavía más cerca. Muy despacio, comenzó a desprendérsela atenta a su mirada.
Sentía el calor de su aliento en su rostro, cada vez más agitado, pero todavía no hacía nada.
Cuando terminó con los botones, metió sus manos por debajo para tocarle la piel de su pecho. Sus músculos se tensaban y relajaban en sus dedos. Sin querer jadeó. Se sentía muy bien.
Era un juego que tenía que estar acabando con el control de él, pero era ella la que pronto perdería todos los papeles.
Bajó las manos un poco más y se encontró con el cinturón del pantalón. Con los ojos fijos en su boca, lo desprendió, dejándolo caer al piso. Solo el ruido que hizo la hebilla al caer, le había puesto la piel de gallina.
Delicadamente puso las manos sobre el botón de su pantalón y lo miró mordiéndose los labios.
Y ya no hubo vuelta atrás.
Con un jadeo, la sujetó de la cadera y la atrajo a su cuerpo, atrapando sus labios en un beso apasionado. Entre mordiscos, su boca la exploraba cada vez más desesperado.
Sin ayuda de ella, se quitó la camisa desprendida y se desprendió el pantalón.
El saber que había ganado, solo hacía incrementar la excitación del momento. Enroscó los dedos en su cabello y tiró de él para besarlo con más fuerza. —Mmm… – dijo.
De una o dos patadas, él se liberó del jean y lo dejó tirado en el suelo de manera descuidada. Sus manos bajaron de la cadera hasta sus nalgas, que apretó con violencia.
Los gruñidos de Pedro, eran lo más sexy que había escuchado, nunca se cansaba.
Sus manos siguieron bajando por sus muslos, hasta alzarla apoyada a su cadera por las piernas.
Ella gimió con fuerza y le clavó los dedos en la espalda.
Por lo general, ella también mostraba más control en el juego y sabía jugarlo perfectamente, pero ahora estaba desbordada. Las hormonas le estaban haciendo subir la temperatura por segundos y pensó que ni siquiera iba a poder esperar a que la tomara, para dejarse llevar. Estaba tan cerca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario