miércoles, 29 de abril de 2015

CAPITULO 47




Se despertó a media noche en brazos de Pedro, que dormía tranquilo a su lado. Sonrió.


Pasó su mano acariciándole la espalda. Le gustaba estar así, y le gustaba estar con él.


Había podido jugar como le gustaba, tomando las riendas de la situación. Pero había algo más.


Se había permitido perder un poco el control, entregándoselo a él… y lo había disfrutado. No sabía como había sucedido, pero los roles empezaban a intercambiarse, y estaba dejando de molestarle.


Tal vez fuera escuchar de su boca que esa chica no era su novia, pensó.


Frunció el ceño. Estaba celosa.


Ella siempre había sido muy posesiva. Y ahora veía a Pedro como algo suyo. No quería imaginárselo en la cama con otra mujer.


Pero peor… no quería imaginárselo en ningún lado con otra mujer.


Sentimientos que desconocía. Muy nuevos para ella.


Sacudió la cabeza, estaba hecha un lío.


Su sumiso la estaba afectando como ninguno antes lo había hecho, y ya no podía evitarlo. Observó su rostro, tan relajado… acercándose más a él. Tampoco quería evitarlo.


No quería estar lejos de él. Eso quedaba descartado.


No podía controlar la situación del todo y la aterraba, pero ya no tenía opción.


Le gustaba Pedro.


Iba a ser un escándalo si se sabía en la empresa. ¿En qué estaba pensando cuando lo invitó a su viaje? Se había metido en un problema.


Pedro se movió apenas, ajustando más su abrazo alrededor de ella, suspirando.


Oh si… Sabía en que había estado pensando.


Si no lo llevaba, lo iba a necesitar con locura. Abrió los ojos de golpe. Lo iba a extrañar.



****


Amanecer al lado de Paula era siempre genial. Se acercó por su espalda y comenzó a besarla por la nuca para despertarla.


Ella gimió suavecito y sonrió.


—Buen día, bonita. – le dijo al oído.


—Buen día. – se dio vuelta y lo besó despacio en los labios.


El no tardó en responderle, gimiendo desde lo profundo de su garganta. Acariciándole las mejillas… haciéndola gemir también.


Pero duró muy poco porque ella sonriendo lo separó con una mano.


—Tenemos que ir a la empresa. – cerró los ojos como si lo
lamentara. —Para que viajes conmigo tengo que hacer mil trámites y llamados.


—Decile a Marcos que los haga. – contestó contra sus labios, mientras se ponía sobre ella y con la cadera la apretaba al colchón.


Ella hizo la cabeza hacia atrás y le recorrió la espalda con la punta de los dedos.


—Mmm….– gimió. —No corresponde. – dijo con la respiración entrecortada.


El gruñó frustrado, pero después la miró.


—Si nos bañamos juntos, vamos a aprovechar mejor el tiempo. – le sonrió. —Y llegamos temprano.


Ella le sonrió, tras volver a empujarlo para que se separara, pero luego agarró su mano y lo condujo al baño.


Parados bajo la ducha, el vapor del agua y del calor que desprendían sus cuerpos se elevaba envolviéndolos. Se abrazaron y comenzaron a besarse apenas sus miradas se encontraron.


Su piel mojada bajo sus manos era irresistible. La alzó sujetándola contra una de las paredes y ella sonriendo enroscó sus piernas alrededor de su cintura.


El breve baño se había prolongado más de lo que pretendían, pero por lo menos no habían llegado tan tarde a la empresa.


Habían entrado por separado, para que nadie sospechara, aunque había cosas que no se podían disimular. Cada uno por su lado lucía una sonrisa radiante y un buen humor, que desentonaba del todo con el resto de los empleados.


Cerca de las once de la mañana, le llegó un mail con sus números de reserva, entre otras autorizaciones y documentos. Su estómago se agitó.


Se iba a Mendoza con Paula esa misma tarde a las cinco.




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