sábado, 9 de mayo de 2015
CAPITULO 82
Ahorrándose los detalles, le había dicho a Juany que ya no quería estar más con él.
La relación de todas maneras no estaba funcionando y ambos lo sabían. Se la habían pasado mucho más tiempo separados por la distancia, que juntos.
El era un buen chico, y para que decirlo, un excelente sumiso… pero simplemente no funcionaba.
Sentía cosas por Pedro…
Y aunque no le dijo nada, porque le resultaba imposible si quiera hablar de él en ese momento… le dio a entender que ella ya había seguido adelante.
El chico se lo había tomado perfectamente bien. Eran en el fondo muy parecidos, y supo encontrarle el lado racional y práctico.
Seguro, le dijo que iba a echar de menos esos momentos de juego que habían compartido… pero que se llevaría para siempre todo lo que había aprendido a su lado.
Ahora que ya no existía ninguna tensión sexual entre ellos, se podían relajar y ser amigos de verdad.
Había pasado por su restaurante favorito y le había llevado sushi, así que se dispusieron a poner la mesa para comer mientras se ponían al día.
La música estaba fuerte, y ellos mientras conversaban y se reían no escucharon el primer timbre. Volvieron a tocar, y reaccionando, se paró y corrió a abrir.
La mandíbula se le cayó al piso al ver que era Pedro.
Estaba algo enojada todavía, más con ella que con él… pero le había gustado que finalmente la hubiera ido a ver.
—Pedro. – dijo sonriendo.
—Hola, bonita. – le devolvió la sonrisa. —Vine a verte porque te noté rara… triste, recién. Ya estás mejor. – agregó escuchando la música electrónica que salía de la sala.
—Si, estoy… – estaba por hablar cuando alguien más apareció.
Juan, con toda la confianza que siempre habían tenido, se acercó por su espalda y la abrazó. Inmediatamente se congeló en el lugar. No sabía ni que decir.
Vio los ojos de Pedro agrandarse como dos platos totalmente confundido y empezó a decir…
—Pedro, este es Juan. – lo señaló de manera torpe, sin poder todavía soltarse de su agarre. —Un amigo. Juan, este es Pedro. – siguió… pero se bloqueó. ¿Un amigo? No, no eran amigos. ¿Novio? No, nunca habían dicho que eran novios. ¿Pareja? Sonaba horrible. ¿Sumiso? Oh por Dios, no. Pensó en lo único que era seguro… —Un compañero de la empresa.
Y fue solamente escucharse decirlo, y ver como Pedro entornaba los ojos, para darse cuenta que había sido un error enorme. No le dio tiempo a aclarar nada.
—Un gusto.– dijo Pedro, apretando la mano de Juany. —Me alegro que estés bien. – dijo mirándola de manera fría, y dando media vuelta, se fue.
Tardó un par de segundos más en procesar lo que había pasado. Y cuando lo hizo, salió corriendo detrás de él.
—Pedro. – le dijo alcanzándolo en la esquina.
—Dejé a mi mamá sola con Soledad para venir a verte. – dijo muy tranquilo. —Pero ahora no tengo ganas de hablar. ¿Por qué no volves con tu novio?
—Me quiso sorprender, trajo comida… – se encogió de hombros, y sacudiendo la cabeza, agregó. —Y no es mi novio.
—No. No es tu novio. – levantó una ceja. —Yo soy tu novio.
¿Cierto?
—Eh… nunca dijimos... – se trabó y ante su indecisión, él se rió con amargura.
—Cuando sepas que es lo que querés Paula, me avisás. ¿Dale? – se estaba por ir, pero enojado se volvió para decirle algo más. —Me confundís… – se pasó las manos por el cabello. —O te da miedo que vaya todo rápido, y después me besas frente a todos en la empresa…o te pones celosa de una amiga… pero después vos traes a tu …a Juany a tu casa y no me decís. ¿Qué onda?
—No sabía que venía. – dijo defendiéndose. —Pero tenés razón… todo esto es nuevo para mí, Pedro. Me cuesta.
—Ya sé, me di cuenta. – dijo casi riendo. —Si tanto te cuesta a vos, no te enojes cuando me cueste a mí también. ¿Sabés lo culpable que me siento por todo lo que le pasa a Soledad? Todos los días pienso que yo la empujé otra vez a ese estado.
Oh por Dios.
—Pedro, por favor. ¡La mina no tiene nada! – dijo desesperada. —Te usa. Porque sabe que vos sos… – dejo la frase ahí antes de meter la pata.
—¿Qué soy? – preguntó él entornando los ojos.
—Demasiado bueno.
—Un boludo. – se volvió a reír negando con la cabeza. —Puede ser… pero tengo un límite. ¿“Un compañero de trabajo”? Ese es mi límite.No me pienso volver a esconder… ni debajo de tu cama, ni en ningún lado. – la miró a los ojos. —Chau, Paula. Hablamos en otro momento.
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Wowwwwwwww, qué intensos los 3 caps. Muy buenos.
ResponderEliminar)Ayyy. Pobre.... los dos !! Esa Soledad me tiene arta hasta la mamá de él. .. solo quiero que se arreglen!!!!!
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