domingo, 3 de mayo de 2015

CAPITULO 60





Pedro y sus amigos, se habían encargado de que no quedara nadie dando vueltas en la fiesta y todo ahora estaba más tranquilo.


Gaby dormía tranquila, todavía vestida de novia, dándole la mano a Muriel, que se había quedado dormida también, mientras la consolaba.


Se había puesto a hojear una revista cuando notó que Caro le hacía señas para hablarle.


—Que divino que es Pedro. – le susurró sonriendo con una mano en el pecho. No querían que su amiga se despertara. —Se quedó abajo esperándonos.


—Si. – contestó ella, sonriendo también. —A veces pienso que es demasiado bueno.


—No te entiendo. – dijo su amiga.


—Tengo miedo de lastimarlo. Vos sabes como pienso… – dijo aprovechando que las otras dos dormían.


Caro sabía que ella había tenido una relación difícil antes que la había marcado. Y aunque no conocía los detalles, tenía una idea general de los hechos.


—Sé que no crees en el amor. – asintió. —Y sé que tu ex tiene mucho que ver en eso.


Paula asintió.


—No vas a ser la primera a la que dejan… a mi me dejaron muchas veces, y muchas veces dejé. – dijo pensativa. —¿Pensas que con Pedro también va a terminar así? ¿Es eso?


—Mi ex era un hijo de puta, Caro. Pero yo era… – dudó. —O soy como él. Incapaces de tener una relación normal.


—Noo, gorda.. – su amiga se movió más cerca para abrazarla. — ¿Por qué decís eso?


Paula miró a sus amigas dormir y luego a Caro.


La angustia que venía sintiendo tal vez se iría si podía decírselo a alguien. Era ahora o nunca.


De sus tres amigas, la única que no se infartaría con los sucesos de su vida, sería ella. Suspiró.


Y se dejó ir.


Le confesó todo.


Desde aquella primera vez con su ex, el club, los bares, todo. No se dejó nada adentro. Le contó como había terminado su primera relación y como la había marcado. De Juan y de cómo se habían conocido. De la mentira que venía creando para todo el mundo a lo largo de todos esos años. 


Era otra versión de la realidad.


Y Caro no podía creerlo. No sabía que decir. Era como estar
mirándola por primera vez.


Pero como buena amiga que era, no se preocupó por su reacción ni en que no había sido sincera con ella todo el tiempo. Se concentró en que la necesitaba, y había algo que la estaba haciendo sentir mal.


—¿Pedro sabe todo esto? – susurró.


Ella asintió sintiéndose varios kilos más liviana.


—¿Y por qué decís que no podes tener una relación normal? –preguntó sin entender.


—¿Me escuchaste recién? – se rió amargamente. —La gente como yo, como mi ex… nosotros... Necesitamos toda esta mierda. No es normal. – suspiró. —Yo no lo soy.


—¿Nunca hablaste de esto con nadie más que tus parejas, no?


Ella negó con la cabeza.


—Yo no creo que sea así. No tiene nada que ver …tus
preferencias… sexuales.


—No siento nunca nada, Caro. No puedo corresponderlo. – se encogió de hombros. —Con Juan siempre todo giró alrededor del sexo. Nunca lo quise, ni él a mí. Así como mi ex no me quería.


—Y vos pensas que Pedro va a sufrir. – frunció el ceño.


—Me dijo que estaba enamorándose de mí. – contestó cerrando los ojos por un momento.


—Wow. – susurró apenas más fuerte y se tapó rápido la boca. —¿Y a vos no te pasa lo mismo?


Ella la miró, y después de pensarlo, le contestó.


—No.


Caro asintió, pero le volvió a preguntar.


—¿No te pasan cosas con él? – entornó los ojos.


—Si… me gusta. O sea, si me pasan cosas. – dudó sin saber como contestar. —No como a él. No es lo mismo.


Quería encontrar las palabras más indicadas, pero no le salía y su amiga la interrumpió.


—¿Se lo dijiste?.


Ella negó con la cabeza.


—¿Por? – la cara de Caro era la de una persona que no entendía nada. No le cerraba.


—Porque… – se calló para procesar la respuesta. —Porque no quiero perderlo. – suspiró pensando en como la afectaba esa posibilidad.


Pedro le gustaba. Quería seguir viéndolo, quería seguir acostándose con él, despertarse a su lado… escucharlo decirle “bonita” o “sos hermosa”… hasta quería seguir yendo al Burger con él.


Su amiga se rió sin decirle nada, y negó con la cabeza mientras la miraba.


—¿Qué? – quiso saber.


—Nada. – le sonrió con ternura. —Dale una oportunidad a ese morocho de ojos celestes… no te vas a arrepentir.


La miró sin comprender el por qué de las risas, y le cambió de tema antes de empezar a desesperar.


—¿Y vos con Ezequiel? – sonrió levantando una ceja.


—Me encanta. – se mordió el labio como cuando era más pequeña. —Lo quiero para algo serio… y no sé si es lo que él está buscando.


—¿Querés que te averigüe? – le ofreció.


Asintió y dio saltitos como una niña de emoción.


Se rieron mientras le contaba todos los detalles de esa nueva relación que estaba recién empezando. Hacía mucho que no veía a su amiga de esa manera.


Después de un rato de silencio, vio que su amiga se reía.


—Todavía no puedo creer que te hayas guardado semejante
secreto….


Las dos se rieron.





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