domingo, 3 de mayo de 2015
CAPITULO 61
Afuera había oscurecido, y Gaby de a poco se despertaba.
Se veía vestida de novia, y volvía a llorar hasta de nuevo dormirse. Se habían turnado para abrazarla, pero ninguna le decía pavadas como que todo iba a estar bien, o que no tenía importancia. No era eso lo que necesitaba escuchar.
Aunque no quería mover ni un músculo, entre ella y Caro, le habían cambiado la ropa con cuidado para que estuviera más cómoda.
Le habían ofrecido comida, pero se había negado.
Su teléfono vibró con la entrada de una llamada, y se alejó apenas para no molestarla.
—Pedro. – dijo reconociendo el número. —Perdón, se hizo muy tarde. Vayan. – agregó espantada mirando la hora.
—No te hagas problema, bonita. ¿Cómo está tu amiga? – preguntó preocupado.
—Mal. Me parece que vamos a pasar la noche con ella, y mañana la llevaremos a casa. – se acomodó el pelo.
—Está bien. – dudó por un momento. —¿Comieron? Les puedo subir algo de comer…
Ella sonrió involuntariamente y le contestó.
—Ya comimos, gracias. – se paseó con el teléfono pegado al oído.
Le hubiera gustado agradecérselo en persona. —Andá Pedro. En serio, nosotras nos vamos a quedar a dormir con ella, y mañana a primera hora nos vamos.
—Bueno. – dijo poco convencido. —Las puedo venir a buscar.
Habían ido en su auto, así que de hecho, era una muy buena idea.
Sonrió todavía más mientras le contestaba.
—Dale. – se mordió los labios pensando en como quería morder los de él. —Gracias, de verdad.
—¿Te puedo pedir algo? – dijo en tono bajito y juguetón que la hacía pensar que sonreía de esa manera que a ella la enloquecía.
—Claro. – susurró.
—¿Me das un beso antes de que me vaya? – preguntó en tono bajo pero ronco. Una corriente de electricidad la recorrió enviando oleadas de calor a su cuerpo.
Se rió y contestó.
—Si, ya bajo.
Pero cuando estaba por agarrar la puerta, escuchó dos golpes. Abrió y ahí estaba, parado, todavía sujetando el teléfono cerca de su rostro.
Lo cortó y la tomó de la mano para que salieran al pasillo.
Una vez solos, la arrinconó contra la pared y le tomó el rostro con las manos mirándola y la besó.
Sus labios se movieron, acalorados contra los de ella. Casi
desesperados.
Suspiró abrazándolo por el cuello, acercándolo más y los dos gimieron. Sentía su cuerpo contra el suyo, pegándose a la pared. Tiró de su cabello haciéndolo sonreír.
Escucharon que la puerta se abría y se separaron un poco
recuperando el aliento. Su amiga Caro los miraba con una sonrisa pícara.
—Paula, Gaby se despertó y quiere hablar con nosotras. – saludó a Pedro con la cabeza y se quedó mirándolos.
Pedro volvió a tomarle el rostro, pero esta vez le dio un rápido y corto beso de despedida.
—Hasta mañana, bonita. – le dio un beso más. —Llamame
cualquier cosa.
Ella asintió sonriendo y lo vio partir.
Se volvió para mirar a Caro, que de nuevo se reía y entraba a la habitación divertida, pero sin hacer comentarios.
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