martes, 26 de mayo de 2015

CAPITULO 137




Había tenido su revancha. Oh si.


Llegaron al hotel y tras cenar y brindar hasta el cansancio, se encaminaron a la habitación, ya comiéndose a besos desde el ascensor.


Ella también tenía una sorpresa reservada para él. Salió del baño vistiendo un corsé rojo oscuro con lazos negros y tacones aguja haciendo juego.


Pedro la miraba desde su lugar, arrodillado, desnudo y al lado de la puerta sin moverse.


—Levantá la cabeza. – ordenó.


En sus manos llevaba algo. Lo conocía muy bien. El collar de perlas.


—¿Te resulta conocido? – preguntó tensándolo entre sus manos. El solo asintió con los labios entreabiertos.


Sonrió satisfecha.


—Las manos en el piso. – dijo en tono seguro.


Se acercó a él despacio y le susurró al oído.


—Contamos hasta diez. – sonrió perversa. La miró sorprendido. Con el collar eran siempre cinco.


Lo vio prepararse y cerrar los ojos esperando el primer golpe. Mmm… hacía tiempo que no jugaban así.



****


El golpe llegó con fuerza, cortando el aire y aturdiéndolo.


—Uno. – dijo soltando el aire.


No le dio tiempo a apretar las mandíbulas y un grito se le escapó en el segundo.


—¡Dos! – había olvidado como dolía ese maldito collar. 


Jadeó.


—Tres. – se animó a mirarla y ella estaba mirándolo también. Hipnotizada. Totalmente agitada mientras sujetaba las perlas con fuerza.


Sabía cuanto le gustaba, y eso lo enloquecía. Se mordió los labios.


—Cuatro. – le guiñó un ojo y ella apretó los muslos. Oh si.


—Cinco. – dijo con un leve gemido. La vio morderse los labios también. En un impulso se incorporó apenas y tomándola de la mano, la guió a su propia entrepierna. Ella entendió y sonrió apenas.


Volvió a ubicarse con las palmas en el piso, esperando el sexto golpe mientras ella estaba ahí, a su lado, tocándose.


—¡Seis! – había sido fuerte. Habían gemido juntos casi al mismo tiempo.


—Tu mano, Pedro – lo señaló. El por un segundo no comprendió que quería, pero ella le sonrió.


Bajó su mano por su abdomen y luego más abajo. Ella seguía moviendo sus dedos dentro de su ropa interior. Se tomó con fuerza y mirándola, marcó el mismo ritmo con el que ella se movía.


—Siete. – dijo con la respiración entrecortada.


—Más rápido. – gruñó ella con los ojos ardiendo.


No le costó ni un poco hacerle caso. El solo tenerla ahí, dándose placer, lo llevaba al límite.


Suspiraron y jadearon mirándose a los ojos mientras cada uno hacía lo suyo.


—Ocho. – contó él con el rostro tenso y una capa de sudor que lo cubría por completo.


Paula llevó la cabeza hacia atrás y él pensó que explotaría en ese mismo momento.


Las piernas de ellas se veían perfectas subidas a esos tacos, y ahora, se estremecían y tensaban.


Tan cerca. Quería tocarlas. Quería envolverlas en su cadera.


 Gruñó.


No iba a poder aguantarse mucho más.


—Nueve. – siguió contando. Pero ya no era dueño de su cuerpo. Su mano aceleró apenas ella se bajó la ropa interior.


Sin decirle nada, lo empujó hacia atrás, hasta que estuvo sentado sobre sus talones. Todo su trasero ardía, pero ahora no le importaba en lo más mínimo. Con otro movimiento, se colocó a horcajadas de él, y con cuidado, fue bajando sobre él hasta tenerlo hundido hasta el fondo.


Gritaron una vez. La sujetó por la cadera y la embistió. 


Volvieron a gritar.


Tomando el control, se paró con ella encima y la llevó a la cama en donde la acostó sobre su espalda. La necesitaba con urgencia, y la necesitaba ya.


Se movió desesperado empujando una y otra vez entre sus piernas, hasta sentirlas alrededor de su cintura. Sus pies se clavaban en su piel y escocía, pero le encantaba.


La agarró con fuerza del cabello y la besó. Gemían en la boca del otro, mientras sus cuerpos chocaban haciendo un sonido rápido y salvaje.


Entonces ella levantó una de sus manos y lo volvió a golpear con el collar. Un golpe seco, rudo y …espectacular.


—¡Diez! – dijeron los dos dejándose llevar al mismo tiempo. Tan poderosamente, que sus brazo temblaron. El placer se lo llevó todo. Los envolvió por completo y los aturdió.


Todas sus terminaciones nerviosas haciendo cortocircuito.


Cayeron abrazados tratando de recuperar el aliento.


Algunos minutos después ella lo miró.


—¿Estás bien? – le preguntó.


—Perfecto, hermosa. – tomó aire. —Extrañaba esto…


Rieron.


—Yo también. – respondió ella con la voz ronca.


Se incorporó apenas y apoyándose sobre sus codos, se acercó para besarla.


—Todavía no termino con vos, hermosa. – le susurró al oído.


—Mmm… ni yo con vos… – dijo revolviéndose debajo de él.



****


Y, después de tanto temer… Paula se había permitido abrir su corazón, y entregárselo por completo a Pedro. Juntos se habían embarcado en una travesía llena de aventuras, algunas de ellas divertidas y otras que la aterraron… pero no podía decir que cambiaría ni un solo segundo de ellas. No
se arrepentía y jamás lo haría.


De a dos, habían encontrado el amor, y habían superado todos los obstáculos. Y ahora de a tres, eran felices, como nunca antes.


Estaba lista para lo que viniera.


Quería más. Mucho más. Y lo quería todo con él.





FIN







1 comentario:

  1. Ayyyyy mori de amor con Fran ❤ que historia maa hermosa.. mil gracias por compartirla Carme.. sos todo !

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