miércoles, 22 de abril de 2015

CAPITULO 26




La ayudó a poner la mesa, y a servir la comida. Le gustaba cocinar por lo general. Pero hoy había estado tan distraída, que no había podido. A último momento preparó una ensalada con pasta, verduras frescas y pollo grillado. Era algo liviano, además de delicioso.


Había elegido uno de sus vinos favoritos. Un Chardonnay de
aromas frescos y frutados que iba perfecto.


Ya más relajados, después de reírse por un buen rato, se sentaron a comer charlando de sus amigos.


—Yo no les había dicho que …nos seguíamos viendo. – dijo
mirándola con algo de duda. —Porque no sabía si vos querías que se enteraran.


Ella asintió y tomó de su copa.


—No me molesta. – se mordió apenas los labios. —Yo tampoco le había dicho a mis amigas.


—Ni al chico que vino de viaje la otra vez… – comentó Pedro como si nada.


—¿Juany? – ¿Por qué le diría a Juany? —No, a él tampoco le dije.


—Juany. – repitió pensativo.


—Juan. – corrigió y lo miró a la espera de que dijera algo, pero no. —Está de viaje, y por el momento no estamos juntos. – se encogió de hombros. —Por lo tanto no le tengo que decir.


—Claro. – asintió y se vació el contenido de la copa de un solo trago.


—No me gusta tener varias parejas de juego. Si estoy con alguien, no estoy con nadie más.


Le pareció ver que suspiraba y levantaba levemente las comisuras en una sonrisa disimulada. Pero ella tuvo que aclararle.


—Pero Juany es bastante más que un compañero de juegos. – la miró fijo. —Es mi pareja… en la vida. Tenemos una historia.


—¿Entonces por qué no estás con él? – había algo en su rostro…


¿Estaba molesto?


—Porque está de viaje por un par de meses, y los dos somos personas prácticas. Sabemos perfectamente que las relaciones a larga distancia son… – se rió. —No existen.


—Y mientras tanto… – la miraba de manera intensa.


—Y mientras tanto no le interesa lo que hago, ni a mí lo que él hace.


—Pero cuando él vuelva, van a volver. – insistió. ¿Por qué le decía estas cosas?


—Eh… no sé. – ¿Por qué dudaba? —Eh si. Quiero decir, si.
Supongo que si. – se había puesto nerviosa.


—¿Te gusta? – suspiró. —¿Lo querés? ¿Estás enamorada…?


Ella abrió los ojos de par en par.


—No corresponde…que... – se sentó más derecha tratando de recobrar el control. —No me podés preguntar esas cosas. Te dije que nosotros no tenemos ninguna relación. Vos estuviste de acuerdo.


El abrió la boca pero después la cerró. No podía discutírselo,
aunque podía darse cuenta de que se moría por hacerlo.


Lo vio suspirar.


—Perdón. Tenés razón. – se tocó la frente apenas. —Cualquier cosa. ¿Podemos hacer de cuenta que no dije nada?


Ella asintió.


El ambiente había cambiado y se había puesto raro entre ellos.


Frunció el ceño y luego le preguntó.


—¿Era verdad eso de levantarte temprano mañana?


El sonrió.


—No. Les dije eso para que no me insistieran, nada más. – ella asintió.


—Entonces vamos al cuarto. Vamos a jugar. – él la miró
sorprendido. —Pero a un juego diferente.


Se levantó y camino al cuarto recogió una botella de tequila y dos vasitos






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