lunes, 4 de mayo de 2015

CAPITULO 63




Sus amigas se habían ido cerca de las tres de la tarde, pero no tenía ganas de ir a trabajar. Estaba agotada. Gaby estaba mejor, y estaba pensando en viajar con su familia que era del interior unos días.


Si era necesario viajarían a visitarla…


Se preparó un baño de burbujas y puso música a todo volumen para relajarse.


Estaba bañándose cuando el reproductor pasó a la siguiente
canción. Valle de Valium, de Babasónicos. Cerró los ojos. 


Ahora esa banda le hacía pensar en Pedro.


No sabía si era por lo que él le había casi dicho antes de marcharse, o por todo lo que había ocurrido esas últimas 24 horas, pero se sentía extraña.


Se enjuagó la cara, pensando.


Las palabras de su amiga Caro, la noche anterior le habían dejado la cabeza hecha un lío.


Por primera vez en su vida empezaba a dudar… y a preguntarse si lo que su ex le había dicho años atrás, era verdad. Y si lo fuera, ¿Podía aplicarse a lo que tenía con Pedro?


Como si fuera ayer, recordó aquella nefasta charla.


Ella era tan chica, de alguna manera tan inocente… y su corazón acababa de romperse en pedazos. Mientras su ex novio, terminaba con ella.


El, que había sido lo más importante para ella… le había enseñado tanto.


Su amo. Era como sentir un doble abandono. El de un novio, y el de su dominador. Como si fuera posible, disociarlos, y verlos como personas diferentes. Y los dos la estaban dejando.


—No entendés, Paula. – la miró con una sonrisa llena de lástima.


—Esto no es amor. Nunca lo fue. – le acarició la mejilla, aunque la sintió como una cachetada. —¿O vos te pensas que en el amor se necesitan palabras claves, y todas estas cosas retorcidas que nos gustan a nosotros?


—No sé, nunca estuve con otra persona. – lloraba ella. —Yo si siento amor.


—Entonces es por que nunca entendiste nada. – le dijo indignado.


—Vos me decías siempre que me querías. – protestó entre lágrimas.


—El amo siempre quiere a sus sumisas, Paula. Es el cariño que surge de poseer a una persona, de ser su dueño. – suspiró exasperado. —Y dura hasta que encuentra a otra que quiera poseer más. De verdad lo lamento si no lo entendiste así desde un principio.


Se tapó la cara mientras las convulsiones del llanto la agitaban.


—¿Es así para todos? – quiso saber.


—No. – rió de manera perversa. —Solamente para los sádicos como yo, y para las masoquistas como vos… – le levantó el mentón para mirarla. —Para los depravados como yo, y para las putas como vos… – y la soltó con violencia haciéndole doler.


Ella apretó las mandíbulas con ira.


—A ver…discutímelo. – la desafió. —Decime que no te encanta… – volvió a acercarse. —Ahora que te estoy dejando, y te humillo… decime si no estás caliente…


No contestó. No podía, tenía razón.


—¿Ves? – se rió. La tomó por el cabello de un tirón y la obligó a besarlo mientras lloraba.


Cuando se cansó, la soltó y todavía riendo se fue sin volver.


Suspiró.


Todavía hoy, ese recuerdo la perturbaba.


Pero, ¿Cómo podía comparar ella esas relación con Pedro?


No era como ninguno de los sumisos que había tenido… Ella con él no se comportaba como su ama. Para nada. Aun cuando había intentado ser más dura, no lo había logrado.


Seguía prefiriendo sus sonrisas y sus miradas dulces al placer que obtenía de azotarlo… Prefería sus besos a cualquier otra cosa.


¿Qué pasaría si de repente se cansara de toda esa mierda y quisiera estar con una mujer normal? ¿Y qué si alguna vez se le iba la mano y él además de decirle la palabra clave se marchaba?


Pedro podía buscarse una chica con quien tener una relación común, tal vez enamorarse y ser correspondido… Como con Soledad.


Se sentó derecha, inquieta ante ese pensamiento y salió del baño envuelta en su bata.


Todavía mojada, tomó un cuaderno y una lapicera de su cartera y escribió de título “Pedro”. Subrayó dos veces y dividió la hoja en dos columnas.


La primera tenía un signo más, y la otra un menos.


Mordió la lapicera, inquieta y empezó a enumerar.


Aspectos negativos… Siempre era más fácil empezar por ahí.


–Miedo a lastimarlo.
–Miedo de su relación con Soledad.
–Miedo a perder su reputación en la empresa.


Suspiró un aunque le costó escribir ese último, lo hizo.


–Miedo a salir lastimada como aquella vez.


Aspectos positivos:


–Porque le encanta.
–Porque es bueno. – sonrió y entre paréntesis agregó (divino).
–Porque físicamente es… hermoso.
–Porque es divertido.
–Disfruta del juego.
–Por su corazón.
–Por como besa.
–Porque es inteligente, talentoso.
–Porque cuando no está con él, lo extraña…
–Porque es dulce, y buen amigo.


Sus ojos empezaron a picar mientras escribía y la angustia que siempre tenía en el pecho, ahora se sintió como algo más.


Algo que no sabía definir.


Para cuando quiso darse cuenta estaba llorando con el cuaderno en la mano.


Fue interrumpida por el teléfono, que atendió sin mirar.


—Hola. – era Pedro. —Sé que quedamos que vos me 
llamabas, pero te noté rara.


—Mmm.. si – se secó las lágrimas con la bata.


—¿Estás llorando? – sonó preocupado. —¿Qué pasa, bonita? No llores.


Y eso era como echar más leña al fuego, porque ahora ya no podía parar. Se dejó ir desconsolada.


—¿Pedo ir a verte? – dijo angustiado. —Me mata escucharte así. ¿Es por Gaby? ¿Pasó algo más?


—Perdón. – tomó aire por la nariz. —No, las chicas ya se fueron. – trató de pensar con claridad. —No vengas. Mañana hablamos.


Se estaba desmoronando. Necesitaba estar sola. Verlo se lo pondría más difícil. Aunque escucharlo tan afligido por ella, hacía que le dieran ganas de correr a sus brazos y quedarse ahí por días.


—¿Es por eso que te dije? … o lo que no te dije en realidad – suspiró. —Perdoname… no quería hacerte mal. Siempre cuido mis palabras cuando estoy con vos. Y te juro que me cuesta… Olvidate que te dije eso.. por favor.


—No me puedo olvidar. – dijo con la garganta hecha un nudo. — Mañana hablamos, Pedro.


—Está bien, bonita. – dijo en voz baja y un poco apagada. —Que descanses.


—Vos también. – y cortó para tirarse de cabeza contra las
almohadas.


Esto era definitivamente otro aspecto negativo. Estaba volviéndose loca. ¿Era la culpa? De no sentirse de la 
manera en que él lo hacía…¿Era eso?


La conclusión era que ella podía ser fría, y probablemente no lo más conveniente para nadie… tal vez él se merecía algo mejor… Pero si había algo que no era, era una miedosa.


Tenía que enfrentarlo.


Si, mañana sería el día en el que hablarían de verdad. De una vez por todas. Si no podía decirle como eran las cosas, se sentiría peor.






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