Llevaba acomodándose el saco frente al espejo desde hacía 20 minutos. Había soportado que sus amigos pasaran por su lado y se burlaran de cómo parecía un pingüino, un muñeco de torta y otros adjetivos no tan alegres… pero no le importaba.
Estaba nervioso.
No nervioso, histérico.
No paraba de moverse y de ir al baño. Se sentía pésimo.
La noche anterior había bebido tanto líquido, por culpa de sus queridos amigos, que ahora parecía estar eliminando por segundos. Eso, sin sumar la cantidad que estaba perdiendo en sudor.
Dios…
¿Paula también estaría tan alterada?
Juan, el ex de su futura mujer, entró a la habitación en donde él estaba y tras mirarlo por un rato salió.
Sin decir nada, volvió y le puso una copa de whisky en la mano.
—¿Te estás por desmayar? – le preguntó ventilándolo con lo
primero que encontró.
—Puede ser. – reconoció sentándose de golpe.
El otro se rió y lo tranquilizó.
—Respirá despacio… – lo seguía ventilando. —Paula está con nauseas, gritándole a todo el mundo. Hacen una muy linda pareja. – se rió.
—¿Si? ¿Ella también está nerviosa? – preguntó con una sonrisa.
Ahora no se sentía tan mal.
—¿Me estás jodiendo? Sabiendo lo obsesiva que es con todo… Está insoportable. – se rió recordando algo. —Encima tu mamá está algo… – hizo un gesto de tomar con la mano… —borracha…
Pedro se rió pensando en que esta era la primera vez que hacía una excepción y tomaba con el estómago vacío.
—Ya es hora. – lo ayudó a incorporarse nuevamente y le dio
confianza con una palmada en el hombro. —¿Estás listo para casarte?
Asintió tomando aire.
Salió de la habitación acompañado del padrino de la boda, listo para encontrarse con ella.
A su lado, la madrina, la hermana de su novia, Solange lo miraba con una sonrisa. Era parecidísima a Paula, pero una versión más relajada y más…hippie. Y no pudo evitar ver como entre los padrinos intercambiaban también una que otra mirada.
Iba a tener que decir a su futura esposa de ese asunto… no estaba seguro de cómo se tomaría que su queridísima hermana menor empezara a salir con su ex. Y no cualquier ex…
…Juany.
Pero todos sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando ella entró.
Desapareció todo.
Los padrinos, sus amigos, el salón, el resto de los invitados, la música.
Ahí estaba el amor de su vida.
Paula.
Su pulso se disparó como la primera vez.
Estaba preciosa. Lo dejaba sin aire.
Su vestido era largo y exactamente como se lo había imaginado.
Realzaba su figura de una manera sensual, y delicada. Esa era la palabra.
“Delicada”.
Parecía una muñeca.
Sonrió y la miró a los ojos.
No llevaba mucho maquillaje, y eso le encantó. Su hermoso cabello estaba sujeto en un rodete caído con mechitas sueltas. Quería besarla.
Quería tomarla en brazos y besarla.
****
Lo vió, y se derritió. Todo elegante, esperando por ella, …con esa sonrisa sincera y encantadora que le hacía galopar el corazón, y esos ojos claritos…
Su felicidad era palpable… y contagiosa.
Quería besarlo.
Quería salir corriendo, colgarse a su cuello y besarlo.
Se sonrieron y una vez que estuvieron los dos juntos, empezó la ceremonia.
Se dio vuelta por un segundo a ver la primera fila de invitados.
Sus amigos estaban ahí, luciendo emocionados, pero pálidos y ojerosos a causa de la resaca.
Sonrió recordando las despedidas de solteros.
Habían empezado ellas, que entre una cosa y otra habían brindado, festejado y como para la despedida de Gabriela, se habían ido a bailar al mismo boliche de siempre.
Los amigos de él habían repetido el chiste de disfrazarlo.
Aunque ahora la peluca rubia ya no representaban a una de sus profesoras. Estaba disfrazado de Paula. Hasta le habían pedido prestada ropa para que usara.
Tenía que reconocerlo, se habían reído mucho al verlo.
Le había dado a sus amigos, un vestido elastizado que no fuera a descoserse cuando él se lo pusiera, y le quedaba ridículo.
Estaba todo ajustado, subido a unos tacos que había conseguido, con la peluca rubia, y maquillado como una puerta. ¡Ella no era así!
También había incluido en el disfraz un collar de perlas, que
cuando ella lo vio, él seductoramente guiñó un ojo.
Era tan difícil tomárselo en serio luciendo como un travesti enorme y musculoso.
Y después de mucho tomar y festejar, también fueron a parar al mismo boliche, en el que entre todos rieron hasta primeras horas de la mañana.
Gracias a Dios el casamiento era a la noche, porque al otro día habían dormido como hasta las 3 de la tarde. Pero había sido inolvidable.
Como el resto de la fiesta.
El casamiento había sido precioso.
Su suegra no era su persona favorita en el mundo, pero tenía que reconocer, que sabía como organizar un evento.
Todo había sido elegante, con clase, y lleno de detalles románticos.
Como por ejemplo la música que habían elegido para bailar por primera vez. La versión de “XO” por John Mayer.
Recuerdos de los primeros días en los que se habían visto volvieron a su mente y llenaron sus ojos de lágrimas.
Era más lenta que la canción original, ideal para bailar abrazados, y así lo hicieron… por primera vez, como esposo y esposa.
—Te amo. – le susurró enamorada, y él le respondió emocionado.
—Yo te amo más, bonita. – y la besó en frente de todos los
invitados que aplaudieron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario