¿Cómo había sucedido? En un momento ella tenía el control de la situación, lo dominaba… y de repente no podía aguantarse. Lo besó. Y todo se volvió un lío.
Cerró los ojos recordándolo.
Su pulso se había acelerado como el de una adolescente.
Se sentó más derecha. Basta. Se estaba poniendo un límite.
Si esta noche no podía volver a ser ella, lo suyo con Pedro se terminaba definitivamente.
Asintió conforme, y se volvió a pintar los labios de rojo.
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—La señora Chaves le manda esto. – le entregó un sobre
cerrado. —Me dijo que le tiene que enviar una respuesta ahora. – suspiró molesto.
—Ok. – dijo sonriendo con intenciones de ser simpático. —Mi nombre es Pedro, soy nuevo. Mucho gusto.
—Sé muy bien quien es. – contestó con cara de pocos amigos. — Soy Marcos Buteler, el asistente de la señora Chaves.
El asintió y abrió la carta. Adentro ponía solo:
“Me parece mejor que te las quedes por ahora.”
Moviendo el sobre se dio cuenta de que había algo más dentro. Las llaves con llavero azul que había usado en dos oportunidades para salir de su casa.
El chico lo miraba impaciente, así que sacó una hoja blanca y le respondió.
“Gracias, hermosa.”
Dobló el papel en varias partes para que no se leyera y lo guardó en el sobre devolviéndoselo. Marcos lo miró de arriba abajo una vez más antes de irse por donde había venido.
¿Cuál era su problema?
Le daba igual.
Miró la llave que tenía en las manos y sonrió.
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