martes, 21 de abril de 2015
CAPITULO 20
Nada se comparaba a esto. Cerró los ojos, mientras su corazón volvía a latir normalmente y se calmaba. Pedro la besaba y acariciaba como si quisiera protegerla. Era delicado y eso la desarmaba. No estaba acostumbrada a este tipo de tratos.
Se estaba comportando de manera extraña.
El sexo para ella era algo placentero, pero casi como un ejercicio físico. Y esto era tan distinto que se le había hecho un nudo en la garganta.
El era un chico adorable. Cariñoso. ¿Qué se suponía que tenía que hacer ella? Se sentía como aquella primera vez en donde la sensación de no tener el libreto para la escena la llenaba de temor.
Era uno de los riesgos, lo sabía.
Lo estaba llevando por un camino de ida.
Al menos, parecía haberlo disfrutado. Si le sonreía de esa manera tan hermosa, quería decir que por lo menos no la odiaba. No había usado la palabra clave. Había resistido cada uno de sus azotes con una dignidad que la impresionaba. Se abrazó a él con más fuerza.
No sabía lo que estaba haciendo, pero quería quedarse así.
Por dentro le agradecía con todo el corazón que no dijera nada. Su cabeza la estaba aturdiendo. Un montón de preguntas sin respuestas se agolpaban en su mente y no tenía espacio para nada más.
Se quedaron en silencio, como si quisieran procesar lo sucedido.
Sentía sus manos recorrerle suavemente la espalda mientras la tapaba apenas con la sábana y la llenaba de besos.
Fue quedándose dormida en sus brazos sin darse cuenta.
Abandonándose por completo.
El sumiso perfecto, pensó.
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