lunes, 18 de mayo de 2015
CAPITULO 110
El locutor, decía algo de “encuentros”, de las comunicaciones utilizadas para estar comunicados sobretodo con los seres queridos. Hasta ahí, mantenía una línea general bastante parecida a todas las publicidades
de la empresa, aunque se notaba por el tono de quien hablaba, que faltaba otro remate. A algo quería llegar con todo eso.
“La empresa te conoce un poco…, sabe que lo más importante son esos momentos únicos, – y un montón de imágenes y escenas de niños, parejas, amigos, familiares reunidos. – Después de 20 años sabemos que te gusta estar siempre conectado, que te gusta tener el mejor servicio a donde sea que vayas – más escenas de gente hablando por teléfono. – que te gusta contar con la seguridad de nuestro equipo técnico las 24 horas … pero… Sabemos que no sos solamente eso… hay mucho más. ¿Quiénes son los que
realmente te conocen? – eso la confundió un poco. Parecía que al final la publicidad iba a tener un giro inesperado, le gustaba. – Entonces decidimos ir a preguntarle a esa gente qué piensa de vos… Para ayudarnos a entender exactamente lo que necesitas.” – el locutor desaparece y lo que venía mostrándose en imágenes pequeñas en una especie de Tablet, ahora se proyectaba ampliado en toda la pantalla...
Apareció un empleado de la empresa frente a cámara, siendo entrevistado. Eso volvió a sorprenderla. No sabía que iban a usar al personal.
—Excelente profesional, una eminencia. Todo lo que quiero llegar a ser. – dijo.
Y así como había aparecido, cambió la imagen, y un nuevo rostro.
Esta vez el de un socio.
—Un ser humano cálido, pero con sentido de responsabilidad pocas veces visto.
Y entonces, apareció Gabriel. ¿Qué caraj…
—Una perfeccionista brillante. Y una amiga del corazón.
Paula alarmada sin saber que diablos estaba sucediendo lo miró buscando explicaciones, pero él negó con la cabeza y la hizo callar para que siguiera viendo.
Esta vez era su amiga Muriel la que hablaba. Ahí, en la pantalla de la empresa. ¿Qué era esa bizarreada?
Sin saber por qué, le empezaron a temblar las piernas y se tuvo que sentar.
—Una muy buena cocinera y con un guardarropas privilegiado. – dijo con una media sonrisa.
¿¡Estaban todos hablando de ella!? ¿Por qué?
Su amiga Caro.
—Una diosa… una amiga directa que no te va con vueltas.
Gabriela.
—Mi mejor amiga. – se quebraba y tras algunas lágrimas, seguía. —de toda la vida.
El amigo de Pedro, Ezequiel.
—Una flaca muy divertida, sobretodo cuando se toma una copita de más…
Todos en la sala rieron y ella se tapó la boca sin poder creer lo que le estaba pasando.
Agustín, el otro amigo de Pedro.
—Una amiga leal y fiel.
¡Juany! ¡Ese era Juan!
—Una compañera perfecta. – sonrió. —Talentosa en todo lo que hace… una de las personas y opiniones más influyentes en mi vida.
Solange, su hermana desde Francia.
—Una hincha pelotas… pero no la cambiaría ni por un segundo.
Más risas entre los asistentes.
Sus padres… Ok, ahora si esto tenía que ser un sueño o una cámara oculta.
—No podría estar más orgullosa de ella. Es la mejor hija que un padre podría tener… Además de Solange. – dijo su mamá haciendo referencia a su hija menor.
—La luz de mis ojos. – dijo su papá con lágrimas en los ojos. —Mi princesa.
Y eso fue demasiado.
Su corazón se derritió y olvidándose de donde estaba, se llevó las manos a los ojos y emocionada se quebró.
Y finalmente, Pedro. Quien sospechaba que había tenido más que ver en ese video.
—El amor de mi vida. – sus ojos celestes transmitían tanta dulzura que si no hubiera estado ya llorando, probablemente al verlos se hubiera quebrado al medio también. —Y después de preguntarle a todas estas personas, y creeme que no fue fácil. – se rió. —Creo saber qué es lo que
realmente necesitas.
Ella no podía creerlo. Entre risas y lágrimas nerviosas seguía
escuchando lo que él tenía para decirle. El video todavía continuaba.
—Alguien con quien reírte, o con quien llorar viendo películas como The Notebook, alguien con quien puedas ir al Burger a comer papas fritas con kétchup, alguien con quien puedas salir a bailar o a fiestas de disfraces… – se rió recordando como lo había conocido. —Alguien con quien ir a recitales… alguien con quien puedas ser vos misma, sin miedos.Segura de que siempre va a estar a tu lado sin importar nada más.
—Alguien que te lleve el desayuno a la cama y te diga lo bonita que estás apenas te despertas y a última hora cuando te acostás… Alguien que pueda ponerse de rodillas para vos… – guiñó rápidamente un ojo. —…y esté dispuesto a aprender y a guiarte también. Alguien que te quiera para
toda la vida.
Su mirada cambió. Se hizo más profunda…
—Te amo, Paula. Casate conmigo.
Y con el final de la canción y de sus palabras, también terminó ese hermoso video.
Cuando se giró a su derecha, se dió cuenta que él estaba ahí a su lado. Esperando una respuesta. Pero antes de que pudiera dársela, la sujetó de una mano y se la llevó a la sala del lado y cerró la puerta.
—Para que puedas mandarme a la mierda en privado. – dijo
levantando levemente los hombros y con los ojos muy, muy abiertos.
Ella se rió, negando con la cabeza y con los ojos llenos de lágrimas, le tomó el rostro con ambas manos.
—Me ponés histérica. – y lo besó. —Me haces reír, llorar…
aparentemente ahora todo al mismo tiempo. – se mordió los labios antes de continuar. Le temblaba todo el cuerpo. —Nunca en la vida la había pasado tan mal, creo que me voy a desmayar en cualquier momento.
El se encogió levemente y cuando estaba por disculparse, ella lo interrumpió.
—Te amo, Pedro. – él rió algo nervioso. —Si, si me quiero casar con vos.
—¿En serio? – preguntó soltando el aire de golpe por la boca como desinflándose.
Ella asintió entre lágrimas y se abrazaron con fuerza.
—Te amo. – le dijo él todavía sin poder creérselo.
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